Cuando los
comics se llamaban tebeos y no existían e-books, tablets ni móviles,
sumergirte entre sus páginas podía resultar tan atractivo como hoy en día puede serlo cargar en tu play-station el Call of Duty Black Ops 3 o el Fifa 2016. Leíamos, entonces, con
avidez, las sorprendentes historias de Mortadelo
y Filemón; Pepe Gotera y Otilio,
chapuzas a domicilio; las travesuras de los hermanos Zipi y Zape; Anacleto, agente
secreto; el pobre Carpanta,
siempre pasando hambre, que era capaz de comerse hasta las suelas de sus
zapatos; el botones Sacarino; las hermanas
Gilda; y, durante esa semana, leíamos y releíamos, una y otra vez, cada una de las historietas, mientras
esperábamos que en el kiosko del barrio pusieran a la venta el siguiente número
con nuevas historias de nuestros personajes favoritos. De entre todos ellos, a mi me encantaba
particularmente Rompetechos. Por eso,
el otro día en clase, mientras explicaba el retrato caricaturesco y la
hipérbole, antes que recurrir al clásico soneto “Érase un hombre a una nariz pegado” que Quevedo le dedicó a su
enemigo poético, Luis de Góngora, se me ocurrió que mis alumnos lanzasen sus
dardos literarios sobre la imagen de Rompetechos proyectada en la pizarra
digital; pero, eso sí, por supuesto, con mucho cariño.
Me a gustado mucho este texto,sobre todo porque es verdad que mucha gente como Don Carmelo a vivido esos tiempos de esperar todas las semanas para que saliera el siguiente numero de Rompetechos,Zipi y Zape,Mortadelo y Filemòn,etc...
ResponderEliminarYo personalmente no he vivido en esos tiempos pero me he encontrado en situaciones similares.Claramente yo no he esperado para leerme Zipi y Zape cada semana en un kiosko,pero si he esperado para recibir algunos paquetes o tebeos actuales.
En fin me ha parecido un bonito texto,espero que siendo el primer comentario mas gente me siga y deje sus opiniones.